Creció la mancha y se extendió a lo largo y ancho de la tela celeste cielo.
En el aire se suspendió el aroma.
Rápidas y desesperadas las manos trataron de contenerla. Un segundo más tarde, los dedos manchados.
En el aire se suspendió el aroma.
Sofocante calor e inusual, el vulgo friccionaba los cuerpos, mientras el atardecer caía desmedido en el epílogo de invierno, donde los chocolates que llevo todos los días, no soportan el encierro en mis bolsillos, y a cada minuto, sin darme cuenta, una mancha se extiende suntuosa y atrevida en mi camisa celeste cielo. Yo, muy sonrojado, atrevido también, me animo a ofrecértelo, mientras tú sonríes hermosa como siempre, aceptando el chocolate derretido.
martes, 4 de septiembre de 2007
El sabor de todos los días
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5 comentarios:
A quien no se le habra derretido el chocolate en el bosillo no? Por suerte a las mujeres eso les parece tierno. gracias por las historias tan sencillamente contadas carlitos
CHARLESS!
Me encantooooooo! ^^
Muy tierno,... acabo de entrar a tu blog por primera vez, ahora voy a seguir mirandoo...
Mi blog es sobre mi arte... fijate si te interesa =)
Besooos
Cami (del cic)
No solo tienes un gran corazón, sino ademas un buen ojo, como cosas tan pequeñas, detalles menores los puedes traducir a tu poetica tan particular. Por ejemplo cuando me contaste la vez que escribiste el sacrifio del durazno, son momentos maravillosos que todos vemos, pero que pocos nos animamos a describir, seguí adelante sobrino!!!! J.L.
Carlos! Como estass? aca llegue a tu blog, y a partir de mañana me dispongo a leerlo . jjaja. nos vemos mañana en el cic :)
saludos,
Victor =)
Buenisimo Carlos!!!!!!!!!!!!
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