Forexmacro

jueves, 16 de agosto de 2007

Balbuceos

La música eriza la piel,
penetra la roca y se hunde en el alma,
carne y corazón esperan.

Letra marchita aborta lánguida el papel.
La poesía de luz,
azul pálida dibuja:
la noche,
y los cuerpos de sirena.

La espuma se desliza,
besa la arena,
humedece los muslos.

Y allí,
azul tirita el verso.
A veces pálido como el sol y los muertos.
Entonces el lápiz se desliza.
La letra se dibuja.
Tus letras dan tu nombre.
El mar tirita.
El sol se hunde.
El alma espera
lánguida y difusa.
Con sus ojos solo espera.
Mártir silenciada, absoluta.
Pretendiendo el cielo,
el sol,
y de tu boca
acaso los silencios.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Círculo

Gira el tiempo gira, ya no existe espacio.
Ya no existe el tiempo.

Aunque gira y gira
el espacio está vacío.
El tiempo ya no existe.

Hoy, solo yo
y mi poesía,
muda,
ciega,
incoherente.
Tormentosa.

Y gira y gira sin parar,
Muere en silencio,
Mata sin piedad.

Afuera la noche no existe,
No es luz ni oscuridad.
Es nada,
No es tiempo,
ni espacio.
No existe,
no existo.

Solo yo y mi alma
en las sentinas.
De noches.
De días.
De días y de noches.
De nada.

Nada.

Tiempo sin cesar.
Espacio sin infinitos espacios.
Tiempos sin infinitos tiempos.
Nada materia de nada.
Sin límites.
Sin paz.
Sin mí.
Sin ti. . .
. . . que ya no existes. Te vas.
Ya no existes

martes, 14 de agosto de 2007

Aquella será nuestra canción

Para Isabel Larrosa, por los momentos:



Aquella será nuestra canción amiga,
Tuya y mía,
Nuestra.

Con aquella canción nos recordaremos,
Con aquella canción te diré princesita.
Te daré y me darás el pecho y los brazos.
Solo allí estaremos siempre seguros.
Solo allí nuestras almas se sentirán seguras.

Y cada mañana,
antes de vernos la escucharemos.
Y cada mañana,
cuando vayamos a nuestro encuentro,
recitaremos la letra.
Y cada mañana,
cuando nos miremos a los ojos,
el mundo la cantará por nosotros.

Aquella será nuestra canción y nuestro secreto.
Tuyo y mío.
De los dos.
Amiga y princesita mía:
“Te seguiré hasta el final. . .”
Hasta el mismo tiempo.
Y jamás me marcharé para siempre.
Será aquella nuestra canción y nuestro pacto.
Nuestra locura.
El espacio donde nuestras almas se encontrarán
por siempre.
Hasta el final.
Donde tú y yo nos recordaremos,
Con la que nos diremos te quiero.
Con la que nos abrazaremos.
Con la que nos volveremos locos por nada.
Será nuestra canción. Nuestro pacto.
Nuestra locura. Nuestras almas.
Nuestros cuerpos.

Te seguiré hasta el final
Callado y en silencio,
Pensando en aquella canción,
Recordándote de a poco,
Sintiéndote a mi lado.
Hasta el final.
Por siempre.
Siguiéndote donde tú vayas . . . hasta el final.

Y Con las luces del alba,
Las luces de nuestras almas.
Te seguiré hasta el final
Donde nos diremos te quiero.
Donde nos abrazaremos.
Donde nos volveremos locos por nada.
Por siempre.
En el final.
En el final del mismo tiempo.
En el final de nuestro silencio,
de nuestras propias almas.

Amarte

Amarte desde el alma,

es amarte con la carne, con los huesos.

Con el alma.



Es soñarte día y noche.

Pensarte.



Amarte es dibujarte en cada letra.

Sentirte.

Pensar con tu nombre.

Respirar con tu aliento.



Es

salir y caminar en tus muslos.

Recorrerte el pelo como el mar el mundo.



Es amarte, pensarte, sentirte.

Es mirar el infinito en tus ojos.

El sol en tu risa.

Lo divino en tu espíritu.

Es amarte con el alma.

Con el cuerpo, con los sueños.



Amarte es escucharte.

Reírnos juntos.

Cantarnos.

Susurrarnos en los labios.

Besarnos.

Caminar lento,

paseando el universo tomados de la mano.

Por que amarte desde el alma

es amarte con la carne, con los huesos. . . con el alma

domingo, 12 de agosto de 2007

El sacrificio del durazno

Desde allí tu boca,
roja,
mordió la fruta madura.
Penetró con la furia de tus dientes,
la carne dulce de un durazno.
Entregado a tus manos,
llevado al sacrificio de tu boca.

Su sangre mezclose con el néctar tuyo,
su cuerpo giraba entre tus dedos
y a cada mordisco
te acercabas mas y mas a su núcleo,
pequeña fortaleza de vida de otros duraznos
que también desearían entregarse a tus manos,
y morir en el sacrificio de tu boca