Llegó rompiendo
la noche,
quebrantando los espacios,
el trueno.
Dividió como una aguja
de plata
luz y rugido al mismo tiempo.
En los campos
iluminó los campos.
En las ciudades
rebentó el cemento.
Partió la noche
con su poder luz
con su cabellera de plata.
Y el mundo se silenció de espanto,
las bocas quedaron abrumadas,
las pieles se erizaron.
Dos ojos trémulos
se encendieron,
allí como en un espejo cruzó
y en cuatro mitades se dividieron.
Eres tú señor trueno,
rey y silencio y rugido al mismo tiempo,
Y a tí todos temen y respetan
lamento de los campos,
alarido de los cielos.
lunes, 8 de octubre de 2007
Canto al trueno
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